domingo, septiembre 25, 2011





FOTO DE : DAVE BECKERMAN














Ejecutar a través de lluvia


COMO UNA MUJER CONSTRUYE UN AMANTE



Por ANA PAULA GONZALEZ SUAREZ 

Que aterciopeladas fantasías esconden tus cabellos de hombre, ni tan suaves, ni tan perfumados y brillantes. Acaricio tu rostro a la distancia, extiendo mi brazo en el aire estirando la punta de mis dedos cierro los ojos y me quedo pensando en lo bello de tu piel, tu piel blanca.

¿Nunca pensaste que te pienso? Probablemente nunca, porque eso simplemente se siente, no se sabe de donde viene, te invade una sensación extraña, y para cuando te haces una idea de esta experiencia, comienzas a pensar en quien te piensa, como un bumerang vaga en el espacio la imagen del recuerdo. Uno siempre duda de que lo piensen, aunque a veces con más certeza se dice que no hay explicación para la constante presencia consciente de alguien y nace en el estómago la sensación de la mínima posibilidad de estar siendo pensado.

Escondida mi fantasía, detrás del fondo de todo lo que la encubre mi vos te nombra por dentro, te reclama y desea. Quizás sea el deseo lo que traspasa toda lógica y física, y su potencia arrolladora se abra camino rompiendo tiempo y espacio, acercando a centímetros grandes kilómetros de distancia. Que controversias despiertas en mis sueños cuando despierto, mi moral me condena  pero incluso ella te trae fresco cada día.
Lleno mis horas desorientada, entre recriminaciones y preguntas por lo que pudo ser, lo que pudo ser cuando tú querías que fuera y yo tan llena de miedos intuitivos no me permití. Y mírame aquí, aún hoy, sabiendo que ya es tarde, que nada vuelve atrás, anhelando que el milagro ocurra y temiendo las consecuencias imperdonables pero sabiendo que en algún punto de la vida los pecados y el amor deben cometerse, uno, yo, en algún punto debería someterme. Sigo resistiendo.

Más no puedo lidiar conmigo, me rebalsa, me supera, me excede. Las fugas plasmadas en actos momentáneamente satisfactorios terminan cuando la urgencia biológica es satisfecha a costas de otro que te reemplaza; otro que gana de mí lo que tu provocas y me convierte en buena amante, dedicada y apasionada. Imaginando cuando cierro los ojos que estoy extendiendo los brazos en el aire, estirando la punta de los dedos tocando, rozando tu piel, tu piel muy blanca como la mía.

Admito que la decisión de entonces no fue desacertada, no me arrepiento de lo que elegí pero me reprocho lo que no me atreví, yo calculé que hubiéramos ganado algo efímero y poco feliz, injustificable, a costas del dolor de otros. Admito que pensaba que no tenías nada que perder cuando me hiciste la propuesta y pensé que debías tenerlo para averiguar si realmente dentro tuyo habitaba la misma pasión, el mismo amor que yace en mí. Porque esto que siento, que sentí fue suficiente y la principal razón para hacerte huir.

Tus ojos, verdes, profundos y decididos, tan seguros  e irresistibles; fueron tus ojos los que se adueñaron de los míos. Un instante increíblemente breve, vivido con extrema lentitud, plasmado en la memoria a fuego como una película que se repite una y otra vez, fue necesario sólo un instante, todo genuino evidente y brutalmente verdadero que se evanesció al siguiente instante tratando de disimular que cuando tus ojos y los míos se vieron pareció que el universo se abría, todo lo de rededor se diluía y en el punto de convergencia exacto entre ambas miradas acontecía una increíble explosión. Y aún cuando el tiempo ha pasado, hay cosas que no puedo evitar. Cada día, cada uno de mi vida, desde que nuestras vidas se cruzaron, he pensado en ti al menos por un momento, por un instante ese instante. Y siempre me pregunto ¿Por qué?

Te he guardado bajo extrema seguridad en el cajón de los recuerdos que no puedo matar, como las cárceles guardan a los prisioneros más peligrosos en una zona llena de alertas, llena de rejas y llaves, de muros altos lejos de la luz, del mundo y de mi corazón; ese cajón lleno de recuerdos que viven gracias al sentimiento siempre buscan un modo de escapar y hacer mal; mis prisioneros acopian cientos de imágenes de momentos de los únicos dos hombres que amé.

Pero no se a que se le llama felicidad, no se cómo puedo asegurar que amé. Luego de ti, nunca hubo fuego tan abrazador, ni deseos tan prohibidos, ni conflictos tan absurdos, ni miedos tan reales, ni fantasías tan prolíferas, ni alegrías tan auténticas, ni vida genuinamente vivida. Pero también supe  desde el segundo instante que debía perderte como fuera, debía perderte para ganar, aunque lo que haya ganado me cueste el corazón, no te pido que lo aceptes, pero calma mi moral aunque nunca calle mi deseo. Las rejas de la prisión irremediablemente dejan escuchar su voz.

Ser tu amante es lo único que no ha sucedido de verdad, porque no había vuelta atrás. Ahora no será diferente, pero los años de condena serán muchos menos y al final si he de perder, si he de pecar, lo que dure será la parte de mi vida que fue plenamente auténtica, el alto costo que pague por ello no dañará a nadie. Quedará entre cuatro paredes, entre ambos, llegará a su fin tan pronto como comience y hecho recuerdo será sólo mi condena, no sabré si también será la tuya. Pero sólo lo digo porque no tengo el valor de hacerlo y nunca lo tendré.

Tu boca, la veo, la imagino sobre la mía y eso basta para que todo vuelva a mí una vez más. Cometí tantas locuras para no besarte, hice tantas estupideces para espantarte, dije tantas medias verdades para no volver a verte; nada ha bastado y creo que no lo hará, aún cuando sigo sin creer que aquello fuera verdad. De golpe te pido disculpas y pretendo que borro con el codo aquello que se selló a fuego, el fuego de esa explosión cuando vos y yo nos vimos por primera vez.

Soy y he sido una idiota. Fui y seré débil ante mi sádica moral. Y he fantaseado todo este tiempo con la posibilidad de haberme equivocado, y le dejo margen a esa contingencia que no cambia nada en nada, pero que me ronda como un fantasma. Llegaste por mí cuando ya me habían mentido, hablaste cuando ya me habían traicionado, me invitaste cuando las heridas ya las habían  abierto, otros hombres. Pero aún así pudo más que todo la imagen de quién sería yo a tu lado, en que me habría convertido, en que nos hubiéramos convertido, lo que hubiéramos sacrificado, lo que hubiéramos perdido. Nunca sabré si vos pensaste, si vos pesaste en la balanza de la vida todo esto. Nada tenías que perder, me invitaste a perderlo todo y lo nombraste….lo sabías, vino el recuerdo; no, no quiero imaginar que lo habías pensado.

Esa pasión por tu esencia de hombre fue poniéndose otras ropas, y tu cuerpo fue copia en otros cuerpos hasta que encontré la más parecida, igual que vos miro nuestras fotos y me doy cuenta de la obvia suplantación; vuelve a sentirse en el estómago esa sensación de que esta idea va y viene; que vos también lo viste y me pensaste así.  Y tus palabras y tu mirada y todo tú has mudado, has mutado y has estado en silencio acallado por bastante tiempo, gritando semejanzas, exhibiéndose impune como si la realidad fuera un carnaval, un gran baile de disfraces donde sólo ambos podemos ver más allá de la mascarada. Has ido saltando de uno en otro sin equívocos, que nunca serán tú, pero fueron buenos sustitutos.

Construir la perfección de nuestro encuentro, tal y como desearía que fuera no es más que decirte que deberías arrinconarme, que deberías forzarme, que deberías robarme, someterme y que sepas que aún así no estarías haciéndolo, ahora que tienes algo que perder creo que te frenarás pues será lo mismo que a mi me hizo paralizar. Creo que lo único a lo que no te atreviste fue a dar el primer paso de la insolencia, porque yo fingía que eso iba en contra de mi voluntad, y vos desconcertado aceptabas probablemente temiendo mi reacción, temiéndole a algo que nunca existió, una necesaria alucinación. Pero hoy me desnudo ante ti desnudando mi verdad, siempre he sido tuya y siempre lo seré, y siendo tuya nada, nunca y jamás seré algo que debas reclamar. Lo único que te oculto es que te pertenezco por entero, llevo tu nombre, algo que constantemente tengo que borrar.

¿Que palabras le escribe una mujer a un hombre, cómo le explica una mujer a un hombre todo esto? Las mujeres somos seres complejos, cómo podría haberte dicho esto, nunca te lo diré y sin embargo cuando vuelvas a verme lo verás en mis ojos, lo escucharás en el silencio, lo sentirás detrás de la cortesía o la indiferencia, lo podrás percibir en el aire; y mientras eso pasa  haré que todos los actos te griten lo contrario, acallando la voz del prisionero que te nombra desde el fondo, que se cuela con su propio aroma, el único inconfundible, creerás que lo imaginas, será un deja vú, el aroma de mi deseo. Así de complejo es, así de necesario me parece y así de injusto lo siento.

No somos niños ya, no somos inconscientes ya, ni tan impulsivos, ni tan tontos. Nos ha pasado un tramo de la vida desde aquel entonces, ese entonces en que yo sabía para que venías. Nunca dudé una sola palabra de las que dijiste, me obligué a dudar. Hablabas en serio, pero debo seguir creyendo que nada tenías que perder, era fácil arriesgar, era fácil intentarlo y el costo no tan alto; porque al fin yo no fui ni soy algo tan importante para perder, siempre debe haber algún otro. Me odio cuando me confundo y recuerdo tu palabras renunciando a algo que valía mucho, escuchándote renunciar a todo como si hubieras podido saber que valía la pena semejante sacrificio; o no te importaba nada más que nosotros y me aterra o yo estoy en lo cierto y no eras valiente, eras temerario.

Tus manos, entre las mías, fue lo más sublime que viví. Y que ellas tocaran cada parte de mi cuerpo, recorrieran cada centímetro de mi piel ha sido lo único que me ha quitado el sueño últimamente. Juegan perversos los contradictorios juicios y deseos, no habrá momento para ello ahora, no existirá chance alguna. ¿Cómo le dice una mujer a un hombre que diseñe un plan para conseguirlo, si todo cuanto hace le señala que no existe tal posibilidad?

Es injusto y cobarde, y es la única manera de apaciguar el sadismo de mi moral; tal vez pienso que sería el único consuelo para no sentir tanta culpa después. No tengo derecho a pedirte que lo entiendas y no lo pediré; ni si quiera podría explicarte que te deseo y me entregaría con una falsa resistencia para vivir la más intensa pasión de mi vida y entregarme a la lujuria tan sólo una vez y en tus brazos, si sólo confías en lo que escuchas y hueles cuando yo te miro y no ves cuando te miento. Y te atreves a saltar esa barrera necesaria y poseerme porque simplemente siempre ha sido tu derecho. Siempre lo negaré.

Me detesto y me felicito, vivimos dos mundos diferentes y socialmente correctos, un abismo que esperé a que se profundizara hasta perder de vista su límite, ahora realmente nos separa, me siento a salvo, un poco más a salvo de vos pero no puedo escapar de mi. Hoy cuando los dos tenemos casi todo que perder, me pregunto si dentro tuyo, detrás de todo, en el fondo de lo cotidiano, aún me deseas a mí así; si me has reemplazado a mí tal y como me veo en tus fotografías, si mi cuerpo fue sustituido las veces necesarias hasta conseguir algo aceptable, si mis ojos, mi pelo y mi piel fueron compensados en parte; si me has encerrado en la cárcel por ser deseo y lujuria de un amor raro, casi único, el más puro que hayas podido experimentar. Me pregunto si esto que escucho cuando me escribís, si esto que huelo es real, pero prefiero ver sin mirar y creer en los hechos. Pero nunca me contestaré.

Ahora estoy pensando que sería tan fácil, sería irremediable con un solo beso, lo fue y lo sigue siendo, pero vos me lo pediste abiertamente mientras yo fingía no entender, y nunca te animaste a dármelo. Esto es algo que ambos debemos por lógica saber a esta altura. Ambos esperamos que el otro saltara al vacío; pero también ambos supimos  que tal vacío nunca existió. ¿Vos decidiste creer en esa falsa ilusión también?
Nunca creí que hubieras querido creerme; seguir creyéndome y que te creo además. Nunca lo admitiré.
Si fuera hoy el día, si este fuera el momento en que uno de los dos cruzara el puente tendido en el abismo, ambos sabemos que debemos volver, y que detrás de cada paso en el retorno ese puente caerá, y cada uno, de cada lado pisando tierra firme pero seca, sabremos que lo único que perdimos es un nosotros. ¿O viviremos vidas paralelas? ¿O me invitarás a renunciar a todo, a perderlo todo,  sabiendo que esta vez no podré mentir?
Sea como sea ya tengo asegurada una sola cosa, nos quité toda posibilidad de un amor legal.

BIBLIOTECA JUANITO LAGUNA


 Hola a todos:
Aquí va una noticia que me alegra mucho compartir.
Besos
Marcela
PD: Por favor, es para difundir.
 
La Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-CTERA)  inaugura la Biblioteca Infantil y Juvenil “Juanito Laguna” (Buenos Aires, Argentina)
El viernes 7 de octubre de 2011, a las 18 horas, la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-CTERA)  inaugurará una biblioteca especializada en literatura infantil y libros para chicos y jóvenes. El evento será en la sede de la biblioteca (Perú 482, Buenos Aires) y participarán el director de la biblioteca Nacional Horacio González, el escritor Ricardo Mariño (a confirmar) y la narradora Diana Tarnofky.
La Biblioteca abrirá sus puertas a niños, jóvenes, docentes de todos los niveles educativos, estudiantes de profesorados y universitarios, padres, abuelos y todos aquellos adultos interesados en la literatura infantil y juvenil para el préstamo a domicilio de libros y otros materiales, consulta en sala y visitas escolares.
Su objetivo principal es el de ofrecer un espacio para acudir en busca no sólo de material literario de calidad sino también de una adecuada orientación profesional por parte de quienes coordinan las actividades de la biblioteca.
Pensada también como un lugar para la formación de docentes y otros mediadores, la biblioteca realizará dentro de sus actividades encuentros con actores del campo de la literatura infantil y juvenil: escritores, ilustradores, editores, especialistas, bibliotecarios, narradores…; así como talleres y espectáculos literarios y artísticos para niños, jóvenes y adultos destinados a su formación y enriquecimiento personal y profesional.
La Biblioteca funcionará en Perú 482, Planta Baja (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), y estará abierta al público en los siguientes horarios:
·                            Miércoles de 14 a 18 horas.
·                            Jueves de 9 a 13 y de 15 a 20 horas.
·                            Viernes de 15 a 18 horas.
La coordinación de la misma estará a cargo de:
·                            Marta Polimeni (Maestra. Bibliotecaria Escolar. Especialista Superior en Literatura Infantil y Juvenil, CePA).
·                            Roberto Sotelo (Maestro. Bibliotecario Escolar. Especialista Superior en Literatura Infantil y Juvenil, CePA. Director de Imaginaria, revista especializada en LIJ).
·                            Marcela Carranza (Maestra. Magíster en literatura y libros para niños. Licenciada en Letras Modernas).
Para las visitas de grupos escolares solicitar turno a la siguiente dirección de mail:bibliotecajuanitolaguna@gmail.com

(1) El logo de la Biblioteca Juanito Laguna es creación del artista plástico Juan Lima.

GENTILEZAS DE NATACHA GATTARELLO


HIJAS DE MAHOMA



› Por Miriam Cairo
La mujer es el negro del mundo
Sí ella es... piensa sobre eso
La mujer es el negro del mundo
Piensa en eso... haz algo al respecto
John Lennon
Mostrar significa descubrir, revelar, hacer público algo, por ello, la propuesta de la joven productora de arte, Amira Erne, con Hijas de Mahoma, que se inauguró el pasado 22 en Polirubro, espacio multidisciplinario de arte contemporáneo sito en Catamarca 1301, es particularmente inquietante, ya que nos presenta una dialéctica que va desde el burka, vestimenta de la mujer musulmana, hasta el cuerpo expuesto en foto﷓performance. En ese ir y venir de un cuerpo mostrado a un cuerpo omitido, el espectador se llena de interrogantes.
Todo lo narrado en esta muestra lleva a pensar que la mujer es un constructo diferente en cada cultura, pero en todas éstas la mujer siempre ha ocupado un lugar distinto del hombre. Más aún, una se pregunta hasta qué punto las construcciones culturales confieren, a todos los sujetos que componen la sociedad, espacios de realización personal.
Y si bien una, como espectadora, como lectora, como mujer, tiene muy en claro que llega a pensar las otras culturas con los mandatos de la propia cultura, es inevitable preguntarse hasta qué punto es posible permanecer imparcial, desprovista de criterios ante ciertas realidades. Una es consciente de que la cultura occidental siempre se ha adjudicado imperativamente para sí el valor de norma por medio de la cual se habrán de evaluar las demás culturas. Y sin embargo, aún en total desacuerdo con esa falaz supremacía, el caso de la mujer exige una mirada que exceda tanto los prejuicios vigentes como los viejos mandatos culturales, porque una, desde este lugar del mundo y del pensamiento, sospecha que no debe ser gratuita la configuración anímica, intelectual, emocional, espiritual, biológica de una mujer que transcurre su vida oculta tras un velo. Al estar frente a cada una de las imágenes expuestas, éstas y más ideas bullen, superponiéndose unas a otras, confrontándose, solidarizándose. Las imágenes resultan puertas de entrada a los laberintos culturales. Los arabescos embellecen la oscuridad de la mujer. Los velos y la desnudez nos enfrentan a "lo negro del mundo". Amira nos interroga, Amira como Lennon pregunta qué haremos al respecto.
Pero el arte no resuelve. El arte, en términos freudianos, hace visible el síntoma. Sin embargo, en este caso, una siente que el síntoma que Hijas de Mahoma hace visible, trasciende las fronteras de lo individual y se apodera el espacio social. Amira dice: "Islam significa paz, obediencia, sumisión. Se debe demostrar su adhesión con hechos, la Fe no basta. Busco someterme desde el ritual, el dolor, la marca﷓cicatriz grabándome en la piel el nombre de Alhà en aquel lugar de mi cuerpo donde más se perciba dolor, cerca del corazón. Tatuarse es marcarse. Frontera donde se produce un intercambio entre lo interior y lo exterior. Piel﷓cuerpo. La desnudez es vestido y la pintura es cuerpo".
La exhibición del poema "La roca", como parte de la muestra, de la poetiza palestina Fadua Tuqan, propone una de las muchas puertas de entrada para leer estos trabajos:
Mira cómo esa negra
Roca ha sido amarrada a mi pecho
Con las cadenas del arrogante destino,
Con las cadenas del absurdo tiempo.
Mira cómo aplasta
Mis frutos y mis flores,
Me esculpe con el tiempo
Y me destruye con la vida.
¡Déjame! No podemos vencerla.
Las cadenas de mi prisión no se romperán.
Permaneceré en soledad
Mientras el destino sea mi prisión.
Para la mujer, a lo largo de la historia, en cualquier lugar del mundo, la cultura ha sido una roca atada al cuerpo.
Pero los collages, las intervenciones, los versos, y toda la ambientación de la muestra, resultan vasos comunicantes entre las culturas, y las interrogan genuinamente a la vez que ofrecen distintas oportunidades de acercamiento, de fusión.
Acaso la intervención en la que más se aprecia esta búsqueda, sea en los espejos arábigos que reflejan el beso de Klimt, beso que trasciende las figuras humanas y se convierte en un símbolo de contactos, de aproximación amorosa, de disolución de fronteras. Un recogimiento especial provoca dicho beso enmarcado por el burka, a partir de cuya observación sobreviene en el espectador una catarata de emociones e ideas que desembocan en la convicción de que Hijas de Mahoma es el resultado de un mecanismo emocional de introspección mediante el cual se expone, desde la desnudez o tras los velos, un enigma.
Para quienes deseen ser interrogados, para los que deseen involucrarse en este diálogo que va desde la estética hasta el alma, la muestra sigue abierta hasta el próximo jueves 29, de 17 a 20.
FUENTE 
http://m.pagina12.com.ar


BIENVENIDO JULIAN MELERO A MACONDO




 Julián Melero, natural de Lleida (1957), es uno de esos tantos letraheridos y bohemios cansados que han redescubierto en una de las etapas −como anunciara Cicerón− más prolíficas de la vida (la senectud) una vitalidad humanista que, desde el año 2002, persigue todos los movimientos literarios de este tardío, aunque creciente narrador. Su primera novela, Encuentro con un extraño, fue publicada en 2002. Años más tarde, en el 2009, teniendo claros sus objetivos literarios, decide reemprender la marcha concibiendo su segunda obra, Susurros para el alma, esta vez un poemario muy introspectivo e intimista del que en el blog de este autor leridano, www.julianmelero.blogspot.com, se pueden leer algunos de los poemas y prosas rimadas que lo componen.

Finalmente, tras muchas andanzas, a finales de 2009 decidió sacar a la luz La cima , su tercer libro, también editado por Lulú, como el anterior. Después de recibir algunas críticas positivas, hasta hace poco ha estado trabajando en Reencuentro con Juan, novela que fue publicada por Ediciones Dédalo el pasado septiembre de 2010.

Actualmente está trabajando en un libro de relatos cortos y dos novelas, al tiempo que está acabando un nuevo poemario que llevará el título de Sentimientos.

SENSACIÓN















Por JULIAN MELERO 

Pasé por éste lugar.
Vi una luz que me deslumbró.
Eran tus ojos que brillaban al verme aquí.
El cuerpo se estremeció.
Tú… con tu mano me calmaste.
Mi corazón te ofrecí.
Tú…,
lo guardas en tu interior,
con mimo y ternura,
no sea que se aleje de ti.
Quedando en mí,
la locura de no verte aquí.


FUENTE http://julianmelero.blogspot.com/

viernes, septiembre 23, 2011

PENSAMIENTO



Por ALEGRA CAMJALLI


LOS ANÓNIMOS ASESINOS DE INOCENTES,


NO TIENEN PAZ EN SU ALMA, 


Y SE REVELAN CASTIGANDO, 


POR LA FALTA DE PIEDAD PARA ELLOS

FRANK CASTELL BIENVENIDO A MACONDO





Frank Castell (Las Tunas, 1976). Poeta. Miembro de la UNEAC y la AHS. Tiene publicados los libros El suave ruido de las sombras (Décimas, Editorial Sanlope); Confesiones a la eternidad (Poesía, Editorial Sanlope) y Corazón de barco (Poesía, Editorial Letras Cubanas). Aparece en las antologías La Estrella de Cuba, Cuerpo sobre cuerpo sobre cuerpo, Los parques y La isla en versos, entre otras. Ha obtenido premios y menciones en concursos nacionales e internacionales.

BAJO ESTE SALMO OSCURO





Por FRANK CASTELL

Bajo este salmo oscuro
vive mi verdad.
Los autos pasan
y el polvo me dice márchate,
deja este sitio de naufragios
que no te pertenece.
Busco la noche,
su aroma,
e insisto en no mirar las grietas.
Oh, Dios,
¿qué debo hacer?
Tanto mutismo asusta.
Tanta verdad sin rostro,
ni huella,
ni celebraciones.
No hay tiempo
y mi sangre fluye
como un disparo,
cansada de besar las cicatrices.
Mi sangre se estremece
y grita al sentir las hojas caer
por siempre en el vacío.
Bajo este salmo oscuro
vive mi verdad: horrorizada.

FUENTE  : http://www.isliada.com

jueves, septiembre 22, 2011

CAOS



POR Flora Figueiredo

Não sei se rasgo de vez
ou se costuro;
se desmancho tudo
ou se decoro;
se aumento o espaço
ou se levanto o muro.
Desajuste.
Se eu tirar a goma,
a folha entorta
mas se eu a deixar,
é folha morta;
se eu limpar o trilho,
fica liso
mas se deixar ficar, perde-se o brilho.
Um pouco de emoção, um pouco de loucura.
A roda passa, a vida dura
até o dia em que a poesia se desmanche
e de uma vez para sempre a música se canse.
A pedra do chão então se abre ao meio
e vira-se recheio de uma terra em transe.

(lora Figueiredo

JAZMINES EN BUENOS AIRES





DON RAMON  para  MACONDO
Es Noviembre y los jazmines
han llegado a Buenos Aires,
con un aroma dulzón
van invadiendo las calles.
En cada esquina hay un niño
que los vende porque sabe
que toda mujer espera,
que todo hombre regala,
y es con muy pocas monedas,
como se alegran las almas.

Hoy los chicos de la calle
ya no mendigan, trabajan
con ramitos de ilusión
llevan pan para la casa
y unos bolsillos alegres
donde las monedas cantan.

Con el aroma dulzón
se va embriagando la tarde
y en cada mesa tendida
un vaso con flores blancas
nos dice que nadie olvida,
que hay un regalo en el aire,
que es Noviembre y los jazmines
ya perfuman Buenos Aires.
 

UN LIENZO DE 139 METROS



El túnel de acceso a la entrada del párking Saavedra está inmerso en un profundo ‘lifting’. Desde finales de septiembre del año pasado, Ramce pinta en este un gran mural que reproduce un paisaje
FOTO: Alba Mariné
Núria Riu | 04/09/2011 21:02
«Quiero cambiar la idea que se tiene de estos lugares, que cuando entras parece que estés en una película de terror», asegura Ramce. Y realmente lo está consiguiendo. Este pintor cubano se ha pasado los últimos doce meses encerrado en el túnel de acceso al párking Saavedra. Aún le queda un mes de trabajo, pero el cambio ha sido radical.
Un paisaje boscoso llena de color un espacio que ahora transmite serenidad. En éste pueden apreciarse águilas volando, una cascada o duendes que habitan en las copas de los árboles. El elevado nivel de concreción de los dibujos reproducidos hace que en cada instante se aprecie un nuevo detalle.  
Se encontró con una entrada vieja y oscura, propia de una instalación de estas características, y que no había sufrido grandes transformaciones desde la inauguración del párking, hace 25 años. Según palabras del mismo artista, era un sitio ‘infame’. La concepción del proyecto le llevó prácticamente todo el agosto del año pasado, y el día 27 de aquel mismo mes ya entró a trabajar con las brochas y los pinceles.
«Cogí de referencia el metro de Estocolmo. Allí casi en todas las estaciones se  cuidan de que los usuarios se sientan a gusto, y en un espacio más agradable», explica el artista. Con este propósito se enfrentó a un lienzo en forma de tubo. Una de las paredes tiene 71 metros de largo, la otra, 68. Ambas con una altura de entre 2,20 a 2,30 metros. Hasta el momento, este proyecto es el reto más grande al cual ha tenido que enfrentarse el artista cubano. Sin embargo, manifiesta que «no he sentido miedo de la pared».
Desde un primer momento estuvo seguro de que reproduciría un paisaje. «Soy paisajista nato y creo que éste nos viene muy bien con el contexto actual, cuando se están talando bosques y sufrimos las consecuencias de los terremotos y huracanes. Esto son la factura que nos está pasando el planeta», apunta el cubano.
A lo largo de estos meses ha ido ‘completando’ el diseño inicial con ideas  que le han surgido. Y, ahora, cuando sólo le faltan algunos metros, dice que «me siento con muchas ideas y se me está acabando la pared».
Asegura que la principal dificultad que ha encontrado durante este largo periplo es la ‘incomprensión’ que ha sentido en determinados momentos. Y es que durante algunas semanas estuvo pintando con el tráfico de vehículos que entraban y salían del párking, desde la Avinguda Catalunya. Al final la entrada se cerró.  «Trabajar en estas condiciones te permite estar concentrado, aunque el ritmo que llevo es de diez, doce o catorce horas cada día», dice. Es optimista y añade «el resultado final va a valer la pena».
La música le acompaña durante estas largas horas, y, aunque ésta mejora mucho el ambiente de trabajo, asegura que «no dejas de tener la sensación de estar encerrado».
El mural es la primera parte de un ‘lifting’ más intenso. En la siguiente etapa se pintará el suelo «de un verde oscuro y con la señalización acorde». Y, finalmente, la luz, que también se adaptará al diseño. Cuando los últimos retoques estén listos «habrá que estudiar qué puede hacerse para sacarle provecho», dice Ramce. Considera que «sería ideal que la gente pueda verlo y caminar», e incluso va más allá: «La acústica es buena y podría llegar a hacerse pequeños conciertos en el interior». La propuesta ya está lanzada.

LA ESCALERA


 Por Isidoro Fernández Flórez (Fernanflor)

  —¿Sabes quién ha vuelto de París? —me preguntó ayer un amigo.
  —¡Qué he de saber, hombre! Vamos, dime quién.
  —¡Marianito Lucientes!
 Y ahora voy a contar a ustedes por qué se había marchado a París Marianito.
 Hace cuatro años, y a eso de las once de la noche, me dirigía yo hacia mi casa, por la calle Mayor, cuando, de pronto, sentí un golpe violento en la espalda. Me volví, sorprendido y furioso, y vi que el golpe me lo había dado un caballero que llevaba una escalera en el hombro. Un caballero, sí, señores, y esto era lo sorprendente.
 Él siguió, sin decirme una palabra, con paso rápido, con ademán descompuesto, y hasta me pareció que hablando a media voz consigo mismo.
  Me quedé atónito; acababa de conocer en el caballero de la escalera a mi amigo Lucientes; un joven distinguido, letrado, empleado en el Ministerio de Hacienda, con sus puntas y ribetes de poeta y músico.
  —No puede ser él —me dije—. Sí, es él —añadí—, es que se ha vuelto loco.
  Y eché tras él, hacia los Consejos, gritando:
  —¡Eh, Marianito!
  Pero Marianito no volvió la cabeza. Era una noche de febrero, clara, pero muy fría; la calle estaba desierta.
  —¡Estás loco! No es posible dudarlo. ¡Una persona decente por la calle, con una escalera, ni más ni menos que un cartelero! ¿Qué misterio es este?
  Pero Marianito no corría, volaba. Verdad es que la escalera era muy delgada y corta.
  Marianito llegó al final de la calle Mayor, y, en vez de torcer hacia Palacio, como yo me figuraba, entró en el Viaducto.
  Una idea terrible atravesó mi cerebro. Acababan de alzar la verja del puente, con objeto de que los desesperados de la vida no pudieran arrojarse de un salto, como estaba de moda.
  En efecto; Mariano entró en el puente, y, antes de llegar al centro, aplicó la escalera a la barandilla, subió un tramo...
  Y no subió más, porque yo le agarré del paletó y le obligué a bajar violentamente.
  —¡Dejadme! ¡Dejadme! —exclamó, levantándose del suelo, pálido como la cera, con los ojos extraviados y dispuesto a luchar conmigo para realizar su propósito.
  —¡Qué he de dejarte! ¡Dame el brazo, vente conmigo o llamo a la pareja y hago que te lleven a la cárcel!
  No había pareja ninguna; pero mi afirmación le convenció de que le era imposible realizar su suicidio. Me dio el brazo, bajó la cabeza, rompió en sollozos, y sentí que en mis manos caían sus ardientes lágrimas.
  Como una hora estuvimos andando por las calles extraviadas de Madrid, sin que él ni yo pronunciásemos palabra. De este modo llegamos hasta la plazuela de las Cortes. Allí, al fin, me decidí a interpelarle.
  —Pero, hombre —le dije—, tú, el hombre feliz por excelencia; querido de tus jefes, de tus amigos, de las mujeres en general, y de tu hermosísima novia en particular... Explícame, que no comprendo... ¿No ibas a ser más dichoso que nunca?... ¿No ibas a realizar tu sueño dorado?... ¿A casarte?
  —¡Oh, fementida! ¡No me hables de ella! ¡Mujer inicua, vil!
  Me quedé consternado.
  —¿Qué dices? ¿Ella, un ángel de hermosura y de bondad, todo amor, todo constancia?... ¿No me lo has dicho cien veces?
  —Sí, te lo he dicho. ¡Oh! ¡Quién puede bucear en ese abismo que se llama corazón de la mujer! ¡Me he engañado: su amor era mentira; su rostro angelical es una máscara que oculta el semblante del más repugnante materialismo!
  —Me confundes. Cuéntamelo todo. Soy yo, tu amigo de la infancia. ¿Dudas de mi amistad?
  —No, aunque me hayas salvado la vida. Escucha, pues. Ya lo sabes: había decidido casarme con Julia: yo lo deseaba, y, por otra parte, su madre me había hecho indicaciones tan explícitas, que no tenía más remedio que pedir su mano o no volver por la casa. Yo no dudaba del amor de Julia. ¿Qué dudar? ¡Si creo que creo en él todavía! Sin embargo, aunque esperaba ser feliz con ella, me inquietaba su afición a los placeres, al lujo, a todo género de vanidades. ¡Lo que esa mujer me ha hecho gastar en butacas para los teatros, en bouquets, en chucherías y, ahora me atrevo a decirlo, en alguna que otra joya de excesivo valor para mí, y que ella fingía regalo de algunas amigas! Pero yo encontraba todo esto disculpable. ¿No es natural que la mujer se complazca en regalarse y brillar, y más quien, como Julia, es tan bonita? Cuando se case —decía yo— dejará de ser frívola, y será buena mujer de su marido y de su casa. El día en que ella supo que yo había pedido su mano, manifestó júbilo; pero me dijo... que no corría prisa.
  —¡Rara contestación! —exclamé.
 Lucientes continuó:
  —Mira —me dijo la pérfida—, yo te quiero mucho, muchito, de todas veras, más de lo que tú te figuras; pero no soy tan impaciente como mi mamá. ¿No me has dicho que te darán pronto un ascenso? ¿Que ese ministro amigo tuyo quiere que seas diputado? ¿Que tienes proyectos importantes para mejorar de fortuna? ¿Y por qué no esperar?... ¿No crees en mi cariño? ¡Jamás, jamás seré de nadie, sino tuya!
  »No sé qué inquietud se apoderó de mí. Sus ojos expresaban amor; pero sus frases...
  »La madre, por el contrario, muy satisfecha, me convidó a comer aquel día.
  »—Come con nosotros —me dijo— un antiguo amigo de mi difunto esposo; uno de los más ricos propietarios de Valladolid. Parece que se vuelve a fijar en la corte. ¡Mire usted lo que le ha regalado a Julia en recuerdo de la amistad que él tuvo con su padre!
  »Y me mostró una caja para guantes, de cristal y plata, que valdría muy bien sus quinientos duros.
  »Un frío glacial corrió por mi cuerpo.
  »—¡Ese señor debe ser muy rico! —exclamé mirando a Julia.
  »Julia bajó los ojos y se puso a hojear un álbum.
  »—¿Y es joven? —pregunté.
  »—¡Tiene la edad de todo el mundo! —contestó la madre—. Cincuenta años.
  »Salí de la casa; todo lo veía negro; sospechaba una horrible traición; pero cuando recordaba su semblante candoroso, sus juramentos, renacía mi esperanza.
  »Comí con ellos, con el gran propietario y con doña Matilde, tía de Julia; ya la conoces.
  »El gran propietario habló de sus dehesas, de los millones que tenía en fincas urbanas, en acciones del Banco de España y en papel del Estado; afirmó que había resuelto establecerse en Madrid, abonarse a todos los teatros, a palco; comprar coches, tener gran mesa, dar magníficos bailes, y, en fin, gastar sus inmensas rentas alegremente.
  »—¡Pero, qué dice usted! —exclamó la mamá de Julia—. ¿Qué dice usted, Sr. D. Plácido? Todo eso no me parece que debe hacerlo un hombre viudo.
  »Y dejó caer estas palabras con retintín:
  »—¡Ya! ¡Es que pienso casarme!
  »Y lanzó a Julia una mirada de triunfador, que, de rechazo, se entró en mi pecho como una saeta.
  »D. Plácido era un hombre ya maduro; bajo, muy gordo, coloradísimo; pero no antipático; sus modales eran presuntuosos; en todo él se adivinaba su dinero.
  »Había comido como un elefante.
  »Concluida la comida, me levanté y quise marcharme.
  »—Espérese usted —me dijo la tía de Julia—; mi sobrina tiene que decir a usted dos palabras.
  »Esperé.
  »Noté que la madre y la tía de Julia hablaron mucho con don Plácido; la madre expresaba sorpresa y placer a un tiempo. Creí notar que me dirigía miradas de piedad. Me acerqué a la tía, y la dije:
  »—Diga usted a Julia que soy yo quien tiene que hablarla; que venga, o doy un escándalo.
  »Julia vino, entró conmigo en uno de los gabinetes de la sala, y... ¡oh!... ¡imposible, imposible que yo te diga lo que me dijo, y, sobre todo, cómo dijo aquellas satánicas palabras! ¿Eran sus ojos o era su voz quien mentía? ¡Oh! ¡Toda ella, ojos, voz, carne, espíritu, era una perfidia, una infamia!
  »Se irguió como el bandido heroico que desafía el patíbulo, y me dijo:
  »—¡Te amo... pero me caso!
  »—¡Miserable! —exclamé.
  »Y todo mi amor se convirtió en ira y en desprecio... ¡No sé cómo mis manos no la deshicieron allí mismo!
  »Salí tambaleándome, loco, muriéndome, y anduve toda la noche, como ahora, por las calles.
  »Al día siguiente supe que la boda se formalizaba, que debía verificarse hoy... ¡Hoy se habrá verificado! ¿Comprendes, al fin?
  —¡Pobre amigo mío! —exclamé, dándole un abrazo. Y le llevé a mi casa, en la cual, hablando y hablando, pasamos la noche.

***

  Por la mañana le acompañé a la suya.
  —Señorito —le dijo su criada—, dentro hay una señora de edad que le espera a usted; dice que es doña Matilde.
  Era la tía, que le alargó un papel.
  —¿Qué es esto? —exclamó Mariano—. ¿Qué significa?...
  —Esta carta es para usted, de Julia.
  Abrió, temblando, el sobre, y leyó:
  «¡Adiós por siempre, Mariano. Perdóname, y ruega por mí al cielo, que te venga y me castiga!»
  Miró a doña Matilde con estupor.
  —¡Claro —exclamó ella—, cómo se ha de figurar usted! ¡Ni nadie! Vamos al grano. ¡Pobre sobrina mía! Ayer debía casarse... Bueno... ¡Y qué boda! Todas la envidiaban. Pues, no; el señor D. Plácido, después de almorzar, tuvo un ataque apoplético, y por la noche murió. Cuando Julia recibió la noticia, se quedó como el mármol, sin decir esta boca es mía ni derramar una lágrima. Había ido a casa de D. Plácido, pero no quiso verle morir. Un momento después se la echó de menos. He aquí lo que había pasado: salió como una loca, gritando: «¡Todo, todo lo he perdido!». Tomó por la calle Mayor, sin abrigo, a pesar de la noche; llegó a los Consejos, y se entró en el Viaducto... ¡Desgraciada! ¿A qué decir a usted más?...
  Mariano cerró los ojos y se los cubrió con ambas manos. Después de un rato...
  —Pero, señor —dijo Lucientes—, la barandilla del puente es muy alta; ¿cómo pudo arrojarse? ¿Cómo no se lo impidieron?
  —¡La fatalidad! —exclamó la tía de Julia—. No se sabe cuándo ni quién había puesto una escalera...
  Lucientes no pudo oír más. Cayó redondo.

FUENTE : http://tierradetrampas.blogspot.com/
RECOMENDADO POR  MIA PEMAN PARA MACONDO

TRES HERMANICAS ERAN

 (romance sefardí)
Savina Yannatu & Primavera en Salonico

Tres hermanicas eran,
blancas de rosa y ramas de flor.
Tres hermanicas eran,
tres hermanicas son.

Las dos eran casadas,
blancas de rosa y ramas de flor.
Las dos eran casadas, 
la chica en perdición.
 

Su padre con vergüenza,

blancas de rosa y ramas de flor. 
Su padre con vergüenza

a Rodas la envió. 

En medio del camino,

blancas de rosa y ramas de flor. 
En medio del camino
 
castillos la fraguó.
 

Ventanas hizo alta,

blancas de rosa y ramas de flor. 
Ventanas hizo altas

porque no sube varón.

FUENTE : 
http://lapasiongriega.blogspot.com/

LOS JUDÍOS EN TESALÓNICA

DE NUESTRO BLOG AMIGO : http://lapasiongriega.blogspot.com
Familia judía de Tesalónica (1917)

Desde el pasado domingo puede visitarse en el Museo Arqueológico de Tesalónica la exposición "Los Judíos en Tesalónica. Huellas imborrables en el tiempo", que se presenta en el marco de la Tercera Bienal de Arte Contemporáneo de la capital de Macedonia. Es la primera vez que la iniciativa de organizar una gran exposición sobre la presencia judía en la segunda ciudad de de Grecia surge fuera del seno de la Comunidad Israelita de la ciudad.

Hallazgos arqueológicos, imágenes, grabados
, textos, mapas, objetos de uso cotidiano, grabaciones, relatos, testimonios, fotografías de personas y edificios conseguirán introducir al visitante en la atmósfera de la presencia del pueblo hebreo en Tesalónica a lo largo -ahí es nada- de veintitrés siglos. Una presencia tangible y latente, todavía hoy, en muchos rincones de la ciudad; unas huellas que permanecen imborrables a pesar de que uno de los principales objetivos de la ocupación alemana, durante la II Guerra Mundial, fue hacerlas desaparecer.
Inscripción funeraria judía
descubierta en las obras del metro

La primera unidad de la exposición nos remite a la actual Universidad Aristóteles de Tesalónica, construída sobre el antiguo cementerio judío, donde excavaciones en las décadas de los años '60 y '70 del pasado siglo sacaron a la luz monumentos funerarios de los siglos III al V de nuestra era que constituyen las primeras muestras arqueológicas de la presencia judía. Durante la época de dominación romana, las tumbas de los judíos se encontraban junto a las de los crtistianos, hecho que viene a demostrar las estrechas relaciones entre ellos. "Todos los datos indican que los Judíos de Tesalónica, al igual que los de otras comunidades hebreas de Macedonia como Veria y Fílipi, estaban en gran medida incorporados en la sociedad en la que vivían y para nada constituían un grupo marginal", explican los comisarios de la exposición. A partir de 1492, con el establecimiento en Tesalónica de los judíos sefardíes llegados desde España, el cementerio judío se propagó por toda la extensión de la actual Ciudad Universitaria. La prohibición judía de desenterrar a los muertos provocó la contínua extensión del cementerio. Sin embargo, bastaron unos pocos días para que los nazis destruyeran aquello que se conservó intacto durante siglos. En 1942, los invasores alemanes convirtieron el cementerio en un revoltijo de lápidas rotas y huesos diseminados. Con los restos de las lápidas judías los nazis pavimentaron caminos e incluso llegaron a construir una enorme piscina.
Hebilla de bronce para un cinturón
El protagonista de la segunda unidad de la exposición es el centro de la ciudad de Tesalónica en la forma que tenía antes del gran incendio de 1917. Allí se desarrollaron el barrio judío de Rogos y otros centros en torno a los cuales giraba la vida social de los hebreos. Entre ellos podemos destacar el gran Colegio de la Alliance, en la confluencia de las calles Aristotélus y Mitropóleos; el gran bazar, a la altura de la actual calle Vasiléos Iraklíu, con sus cristalerías y tiendas de alimentación; y más al norte la sinagoga central y el Gran Rabinato. También en la zona, la Plaza Elefcerías o de la Libertad, escenario de uno de los más dramáticos acontecimientos de la historia de Comunidad Judía de la ciudad: allí, el sábado 11 de julio de 1942, concentraron los nazis a los judíos tesalonicenses cuyo destino final sería la muerte en los campos de concentración y las cámaras de gas que acabarían con la vida de más de 50.000 personas: la mayor comunidad judía de Grecia.
Judíos de Tesalónica concentrados por los nazis en la Plaza Elefcerías
11 de julio de 1942

La tercera unidad de la exposición nos transporta a la zona oriental de Tesalónica. El distrito de los palacetes y las torres señoriales se extendía a lo largo de la línea del tram, paralela al mar, en la actual avenida Vasilísis Olgas. Allí se encontraban los consulados y las mansiones de la burguesía. De las casi cien villas existentes entonces -ejemplos únicos de una hermosa herencia arquitectónica- hoy apenas se conservan unas pocas, algunas de las cuales pertenecieron a familias preeminentes de la comunidad judía de la ciudad, como losModiano, los Capantzí y los Alatini.

Finalmente, la última unidad de la exposición se centra en la zona de la antigua estación de ferrocarril. En contra de la extendida opinión de que todo judío es una persona rica y opulenta, gran parte de la población judía de Tesalónica vivía en condiciones de extrema pobreza. Los judíos pobres vivían en edificios ruinosos del centro y en asentamientos en la zona más occidental de la ciudad, principalmente en las cercanías de las líneas del ferrocarril. Una de las más pobres barriadas judías de aquella zona era la denominada como "Hirsch", en el actual Vardari, que los alemanes convirtieron durante la Ocupación en un ghetto. Desde allí salió un tren con más de treinta vagones, un tren sin retorno que condujo a más de 2.800 judíos de Tesalónica al campo de concentración de Auschwitz.
"Los Judíos en Tesalónica.
Huellas imborrables en el tiempo"
Museo Arqueológico de Tesalónica
Manoli Androníku 6 
54621 Tesalónica

Información: Tel. (30) 2310 830 538 
del 18 de septiembre de 2011

al 3 de septiembre de 2012

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